viernes, 19 de agosto de 2011

ALMA

Mi nombre es Alma. Estoy sola viviendo en un habitáculo lleno de agua en el que floto y me alimento a través de un tubo que llega hasta el centro de mi cuerpo. No comprendo mucho qué hago aquí, aunque de vez en cuando escucho los sonidos de fuera. Pero sobre todo, escucho la voz de una mujer. Me dicen mis guías que es mi madre. No entiendo mucho a lo que se refieren y les pregunto que qué o quién es. Ellos me contestan que es la mujer que me lleva dentro de sí para que en nueve meses me de la vida. ¿Vida? ¡Si yo ya estoy viva! No me doy cuenta de que en este mundo la vida se da cuando a los que vamos a nacer nos cortan ese tubo que lo llaman cordón umbilical.

Intento, por todos los medios, comunicarme con mi madre y aunque ella no me oiga, creo que intuye lo que le estoy diciendo, pues os voy a contar ahora cómo mi madre y yo tuvimos nuestra primera conversación.

Una mañana, mi madre estaba hablando por teléfono con mi abuela, su madre, y de pronto, le dice: "mamá, tengo que colgar ahora mismo. Luego te llamo. Un beso" y colgó. Se puso las manos en su tripa y lo que noté fue calor y muchísima paz. Aquello me tranquilizó mucho y le di las gracias.

- De nada, tesoro- contestó ella.
- ¿Puedes oírme, mamá?
- Sí, cariño. Te siento y creo que estamos hablando telepáticamente, puesto que no puedes hablar de momento hasta que no nazcas.
- Pero mamá, ¡¡¡si estoy viva!!! ¿Cómo dices que no puedo hablar si estoy comunicándome contigo?
- Nos comunicamos a través del pensamiento, Alma.
- Por cierto, mamá, ¿por qué me llamas Alma si todavía no he nacido?
- Porque eres mi vida, mi amor... Eres, mi alma.
- ¿Cuándo voy a nacer?
- Aún queda casi todo el ciclo, nueve meses, cariño mío.

Quedaban todavía nueve meses para que yo naciera y ya me estaba comunicando con la persona que iba a ser la más importante de mi vida. A partir de ese gran descubrimiento, mi primer contacto con mi madre, estamos hablando cada día. Yo le cuento las sensaciones que tengo, casi momento a momento, y ella me cuenta lo que ve a su alrededor. Puedo sentir todo lo que ella siente. Cuando llora, siento que mi mundo se viene abajo, se hunde y yo con él; pero cuando se ríe noto que mi piel y mi corazón saltan de alegría y me da la vida.

Hoy pienso que tengo mucha suerte de estar dentro de mi madre estos nueve meses, pues me he sentido deseada, amada y protegida y puedo decir, segura de mí misma, que voy a poder afrontar todas las cosas buenas y malas que me tenga deparado mi destino.

Gracias mamá por haberme dado tanto apenas empezado mi nueva vida. Tal vez cuando nazca, no recuerde lo que hemos hablado, tal vez nos enfademos o tal vez, en algún momento, me porte mal contigo, pero en mi fuero interno sé que te amaré hasta que llegue mi día y será en ese momento cuando recuerde todas nuestras conversaciones.

- Ayúdame, cariño, vas a nacer ya.
- TE QUIERO, MAMÁ.
- Yo también te quiero, Alma.