martes, 22 de marzo de 2011

EL RITUAL DE LA DUCHA

Qué relajada me siento cuando me doy una ducha de agua templada después de hacer ejercicio físico. Qué rica me sabe el agua cuando me cae como una casacada por el pelo y la cara. Mi cuerpo se relaja a la vez que mis pensamientos se van directamente a ti. Pienso en cómo me acaricias el pelo, la cara y, mientras las gotas de agua van cubriendo mi cuerpo, imagino tus manos tocando dulcemente mi cuello, mis brazos, mi pecho, mi ombligo, mis piernas, mi sexo. Es tan sensual la forma en que imagino tu boca besando la mía que me estremezco de placer y de anhelo.

Cada vez me voy sintiendo más vulnerble y decido terminar mi cálida ducha cerrando el grifo y abrazándome a mí misma con los ojos cerrados. Salgo lentamente de la bañera y, aunque me seco un poco con la toalla, prefiero terminar con aceite para niños y cubrir mi cuerpo con ese bálsamo tan delicioso. Mientras me voy dando el rico aceite, voy sintiéndome cada vez más protegida. Algo en mi recuerdo ha asomado. Me siento protegida como cuando era pequeña; como cuando mi madre me rociaba cuidadosamente con ese líquido y dándome, a su vez, masajes por todo mi cuerpo.

Qué sensaciones más extrañas, ¿mezclo el sexo con mi infancia? Es curioso, pienso mientras me pongo el pijama y me seco el pelo.

En seguida dejo de pensar en ello y me preparo una cenita a base de yogur con frutos rojos y un plátano. Qué tarde más productiva. :0)

2 comentarios: